La devoción mariana en el núcleo de esta cofradía viene dada desde el
siglo XVIII, cuando cansados de pedir prestado a otras hermandades del
pueblo su virgen para que hiciera de madre y acompañara al Dulce Nombre y
por el buen momento de ingresos que vivía la cofradía, se tiene a bien
adquirir una propia. La sagrada imagen fue traída en 1753 de la ciudad
vecina de Antequera y por votación en cabildo de hermanos se decidió la
advocación de Socorro con diecisiete votos a favor,
las otras opciones que se barajaban eran Traspaso, Paz y Aflicción
obteniendo cada una un voto a favor. Esta imagen como todas las de
nuestra localidad desaparecieron en los sucesos del 36.
Corría el año 1948 cuando se adquirió la actual imagen del Socorro, fue costeada por los hermanos de la cofradía aportando una cuota personal de 200 pesetas cada uno. Para esta cuestión fueron nombrados pedidores los hermanos D. Benito Avilés Avilés y D. Diego Morillo. La actual imagen de Nuestra Señora del Socorro, que se atribuye a los talleres del famoso imaginero sevillano Castillo Lastrucci, refleja expresivo dolor manifestado en las numerosas lágrimas presentes en su cara y cejas fruncidas, su rostro ovalado de rasgos finos y delicados y un muy cuidado tratamiento en las facciones, la dota de un gran dramatismo acentuado por su mirada baja y boca entreabierta. Como anécdota podemos contar que dicha talla fue expuesta a su llegada a Campillos en el escaparate del establecimiento de Don Salvador Morillo Padilla. Fue en el año 1991 con la cofradía de nuevo activa, cuando dicha imagen fue sometida a una restauración en los talleres de Rafael Ruiz Liébana afectando de manera principal a brazos y talla inferior.
Corría el año 1948 cuando se adquirió la actual imagen del Socorro, fue costeada por los hermanos de la cofradía aportando una cuota personal de 200 pesetas cada uno. Para esta cuestión fueron nombrados pedidores los hermanos D. Benito Avilés Avilés y D. Diego Morillo. La actual imagen de Nuestra Señora del Socorro, que se atribuye a los talleres del famoso imaginero sevillano Castillo Lastrucci, refleja expresivo dolor manifestado en las numerosas lágrimas presentes en su cara y cejas fruncidas, su rostro ovalado de rasgos finos y delicados y un muy cuidado tratamiento en las facciones, la dota de un gran dramatismo acentuado por su mirada baja y boca entreabierta. Como anécdota podemos contar que dicha talla fue expuesta a su llegada a Campillos en el escaparate del establecimiento de Don Salvador Morillo Padilla. Fue en el año 1991 con la cofradía de nuevo activa, cuando dicha imagen fue sometida a una restauración en los talleres de Rafael Ruiz Liébana afectando de manera principal a brazos y talla inferior.
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